Estoy en Barajas, de paso a Francia. Llegamos al terminal T4, que es el terminal nuevo, inaugurando a principios de este año, constituido por un terminal principal y uno satélite. El T4 es el terminal de Iberia y One World y el antiguo edifico que alberga a los terminales T1, T2 y T3 sirve a las otras compañías.
Resulta impresionante comprobar, una vez más, el avance de España, que se ve reflejado en la arquitectura, materiales de construcción, tecnologías de iluminación, modernidad de las mangas, ahora transparentes, junto a una transparencia general del edificio, de este nuevo terminal.
Eso lo hace reflexionar a uno respecto de este continuo esfuerzo por "mejorar" que tiene los seres humanos. ¿Por qué no somos como los leones, que una vez conseguida la comida, se echan a dormir, pues se dan por satisfechos? ¿Qué hace que los seres humanos no se contenten con las necesidades básicas, y se dejen llevar por esta carrera desenfrenada que conduce a esta mayor complejización de nuestras sociedades, a trabajar de manera persistente, en faenas cada vez más complejas, en organizaciones que funcionan en redes cada vez más intrincadas?
Nuevamente, la perspectiva evolucionaria nos sirve para entenderlo. Ello, porque uno de las disposiciones conductuales básicas de las personas es el apareamiento. Sin ella, no habría reproducción, y sin reproducción no habrían seres humanos sobre los cuales estamos hablando. Pero el apareamiento requiere hacer elecciones de pareja, tanto por parte de los hombres como por las mujeres. Como ellas controlan las opciones reproductivas, porque el recurso escaso es la inversión maternal requerida en los tiempos ancestrales para poder transformar exitosamente a un óvulo en un ser humano capaz de reproducirse (fecundación, embarazo, parto, lactancia y otros cuidados versus el coito y algo más de los hombres) son los hombres los que aprendieron evolutivamente (es decir, que quedó encriptado en sus genes, a través de las hormonas masculinas) a competir entre ellos por acceso a las mujeres. Es interesante notar que en aquellas especies, que por razones de su biología, es el macho el que realiza una inversión parental mayor que la hembra (algunos peces, pulpos y caballitos de mar) es la hembra la que compite con otras hembras por acceso a los machos. Es decir, este no es unprincipio machista, sino que el sexo que destina más esfuerzo a la inversión parental es acosado por el que destina menos. Hay más demanda por los recursos escasos (la inversión parental intensiva) que por los recursos abundantes (la disposición a tener relaciones sexuales de los hombres, por ej.)
Lo anterior permite entender que esta competencia entre hombres por acceso a las mujeres se tradujo en una competencia por estatus (dado por la riqueza, posición jerárquica en la comunidad o rango social de éste), pues ese factor resulta atractivo a las mujeres, quienes de esa manera aseguraban una mejor opción de sobreviviencia a su prole. Esa disposición conductual de las mujeres también ha sido seleccionada evolucionariamente, es decir, aquellas que sus genes las inducían a sentirse atraidas por personajes de mayor estatus tuvieron más éxito reproductivo que quienes no sentían esa atracción (todo en los tiempos ancestrales en que esas disposiciones conductuales se seleccionaron), y no corresponde a un cálculo frío y racional de las féminas (aunque a veces puede serlo).
Esta competencia de los hombres por estatus, que hoy se manifiesta en el automóvil que se maneja, el barrio donde se vive, la ropa que se utiliza, pero también, la literatura que lee, los concimientos que tiene, lo sofisticado de sus gustos, sus talentos musicales, artísticos o científicos, etc., hace que no les sea posible a los hombres escapar a esta carrera permanente por "progresar". En realidad, ese es el combustible que nos ha llevado desde el Neolítico a la sociedad del Conocimiento, es esa es una de las fuerzas constituyentes más importantes que definen nuestro comportamiento. Es ese vector el que está detrás de la modernidad, sofisticación y tecnología del nuevo terminal T4 del aeropuerto de Barajas.
Delideradamente he puesto las palabras "mejorar" y "progresar" entre comillas, porque el hecho que sigamos ese camino sin retorno, no necesariamente significa un juicio de valor respecto de lo moderno relativo a lo pasado. Sólo indica que nuestras disposiciones conductuales fundamentales nos llevan en esa dirección, y que el seleccionador que dirige a ese vector, es uno que a nosotros nos parece que fuera el progreso o la mejoría, pero que para otros, o para quienes hacen reflexiones más profundas, les podría parecer lo contrario.
Espero seguir comentando desde Francia.
2 comentarios:
Nuevamente en tu blog. Gabriel Bunster me mandó un corro recomendándolo, pero yo ya te había leído.
Pasé hace una semana por Barajas, impresionante. Que linda la estructura de pilares tubulares que sujeta el techo, y el cambio de colores de amarillos y naranjas.
Buen salto el que te pegas entre el progreso de los españoles y esta especie de "condena" al progreso que tiene nuestra especie.
Pero porqué no sucede en las demás especies? En los animales también existe el macho Alpha, el león que se queda con las leonas, mientras hay muchos que se quedan sin descendencia. Esto, sin embargo, no los ha hecho progresar. Siguen siendo los mismos leones de siempre, peor aún, en 100 años es posible que se hayan extinguido.
Podríamos preguntarnos también cuál ha sido el comportamiento de aquellos hombres que se han quedado sin descendencia. Han sido menos creativos, menos exitosos, menos fuertes? Probablemente, pero también menos atractivos fisicamente, entendiendo el aractivo de un hombre, como aquellas características que le señalan a las mujeres que tendrán hijos sanos. Por lo tanto: pienso que existe una selección natural que no necesariamente está ligada al progreso. En los animales no va ligada a la acumulación de conocimiento. En nosotros tiene que haber algo más, algo que se relaciona con el placer de conocer, con la belleza ligada al conocimiento, con las neuronas que generamos a partir de abrir nuevas ventanas de crecimiento.
Interesante la pregunta de Andrea Brandes (a quien no conozco pero podría llegar a conocer) de por qué los leones no progresan teniendo fuerzas seleccionadoras parecidas.
Las causas inmediatas guardan relación con el placer de conocer, la belleza del conocimiento, etc. Pero entonces cabe preguntarse por qué sentimos placer con el conocimiento y por qué lo encontramos bello.
Me parece que la respuesta está en la complejidad de nuestro cerebro respecto del león. El nuestro posee más instintos (módulos cerebrales capaces de procesar información y generar conductas) y no menos como comúnmente se cree; entonces la combinatoria de estas herramientas genera un crecimiento exponencial de las posibilidades de conductas, creatividad, formas de obtener estatus, etc.
La misma fuerza selectiva (conseguir pareja y competir por ella) en un cerebro más complejo produce más "progreso" que en uno más simple.
Leyendo a Pinker, recuerdo que postula que nuestro gusto por el arte se deriva de tres características adaptativas: la búsqueda de estatus, el placer de construir herramientas de calidad y el placer que nos producen los bellos paisajes. Estas características las produjo la selección natural en el cerebro humano pero no en el cerebro del león, simplemente porque el del león no posee los módulos neuronales que las pueden desarrollar.
Mario Conca
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