Camilo Escalona es un senador socialista chileno, presidente de su partido, y que se ha caracterizado por ser un político responsable, que da gran importancia a la gobernabilidad - él fue quien dijo, después de la elección presidencial que había ungido a Michelle Bachelet como primera Presdienta de la República y que había dejado dañada a la DC, "tenemos que hacer todos los gestos que sean necesarios para mantener a la DC en la Concertación" - fue él quien, a pesar de su pasado en el PAIS, conglomerado transitorio de izquierda fuera de la Concertación, había estado de acuerdo con el balance estructural de Eyzaguirre, algo difícil para su origen ideológico, y que, en fin, se había propuesto apoyar a Bachelet y dar sustento a su gobierno.
Sin embargo, en estos últimos días, su retórica ha cambiado radicalmente: ha criticado con duros epítetos a Allamand por defender la inconstitucionalidad del cambio de la definición de empresa ante el Tribunal Cosntitucional (TC), ha dicho que eso debe haber puesto muy feliz a todos "chupasangre" de este país, que Allamand debería actuar en la teleserie "Los Descarados" por apoyar la ley de subcontratación pero oponerse al cambio de la definición de empresa, y ha dicho que el TC se ha constituido en un poder fáctico que pretende actuar en contra de los deseos de la mayoría parlamentaria, es decir, de la mayoría de la población.
Ese lenguaje le hace mal al país, porque fue ese tipo de lenguaje que condujo a la radicalización de la política y de las posiciones, y él lo sabe; también sabe, porque es una persona inteligente, que maneja bien la retórica, que sus argumentos no se sostienen. Entonces, ¿por qué lo hace?
Yo creo que hay dos razones: la primera, porque él debe estar necesitando apoyo en las bases socialistas - y eso puede ser transitoriamente más importante que la gobernabilidad amenazada -, y a esas bases ese lenguaje le encanta. Por eso, no ha querido desdecirse, y ha reiterado todos y cada uno de sus dichos. En efecto, a los socialistas de viejo cuño el vocabulario actual les debe parecer de mal gusto. Ahora se habla de emprendedores, cuando realmente debería hablarse de chupasangres, según ellos; ahora se dice, luego de la última reforma, que la constitución se ha legitimado, en circunstancias que debería decirse que sigue teniendo "enclaves autoritarios" como el TC. Además, él (Escalona) debe apoyar a Bachelet en su decisión en contra del puente sobre el canal de Chacao, y simultáneamente es senador por la X Región, de modo que de alguna manera tiene que encontrar una manera de desmarcarse de ese exceso de prudencia financiera, que más parece de derecha que de socialista para las bases.
La segunda razón, pienso yo, es que ese lenguaje a Escalona le resulta natural. El siempre ha sido apasionado en su retórica. En ella se formó, y ese ha sido su estilo. Hace un par de meses, cuando vino Fukuyama a Chile, él estaba en un panel comentando su exposición. Su lenguaje fue agresivo, exaltado, poco riguroso, y por lo tanto, extraño para mí, que había aprendido a admirar su prudencia y responsabilidad política. Pensé en ese momento, que quizás ese era estilo natural de Escalona, como el que ocupaba en un programa de televisión en que se enfrentaba a Hermógenes, y que, además, esos comentarios estaban siendo recogido por la prensa, y no se podía permitir comentarios académicos sin filo y son énfasis. Pensé que su prudencia y responsabilidad correspondían a un esfuerzo que hacía por realismo político, aprendido luego de la Unidad Popular, su paso por Alemania Oriental y sus reflexiones en el exilio.
Si ello es así, es posible que Escalona vuelva a la normalidad, una vez logrado el posicionamiento que busca en sus bases. Si no, habrá que buscar otras razones para explicar su comportamiento.
Recuerdo que cuando yo era estudiante secundario, no consideraba aceptable que se criticara el discurso de otras personas en términos de sus motivaciones psciológicas - como lo estoy haciendo ahora con Escalona - y no por el mérito del contenido de sus dichos. Pero, en ese tiempo no había destinado tanto tiempo a pensar en los orígenes evolucionarios de nuestras disposiciones conductuales como ahora, y ello me permite afirmar que esa manera de analizar lo que la gente dice, no sólo es válido, sino que muchas veces es más válido que analizar el rigor de su argumentación.
1 comentario:
Tampoco se porqué Escalona dijo lo que dijo. Tampoco se porqué lo dijo como lo dijo. Lo que sí se, es que el lenguaje nunca es inocente.
En política, las declaraciones son como las lasangnias, tienen varias capas. A veces, cuando pensamos que los destinatarios son unos, resulta que en realidad eran otros, o varios. A quién le estaría mandando el mensaje? A sus bases? a sus compañeros de partido? a sus compañeros dentro de la concertación? a la oposición? a los empresarios? ¿Será, más que una salida de madre a la cual se aferra el tozudo, una estrategia diseñada para comenzar a romper con el discurso del mundo feliz, en que somos todos hermanos?
No sabemos que le pasa a Escalona, pero que algo le pasa, le pasa!
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