lunes, febrero 26, 2007

ORIGENES EVOLUCIONARIOS DE NUESTRO INTERES EN LA FARANDULA

La farándula acapara los medios: la televisión, con sus programas de conversación en los cuales figuras de los distintos canales se invitan unas a otras para "pelar" a sus colegas, presentes o no, indagando sobre su vida sentimental, sus rivalidades recíprocas, sus debilidades emocionales e intelectuales, tienen alta sintonía; los medios escritos y también los orales se cuelgan de ello, para seguir esas disputas en esos canales de expresión, y la ciudadanía se solaza en una especie de gran pelambre colectivo que enfurece a los más graves - la televisión es para cosas más importantes, aseveran con el ceño fruncido -, permite el abandono relajado a esas prácticas de los trabajólicos y llena los tiempos muertos de quienes no tienen mucho que hacer.

Las teorías sobre por qué la farándula acapara tanto interés abundan: que es un deporte nacional - ¿no lo es en otras latitudes ? -, que es una demostración de la codicia de los medios por obtener dinero fácil - ¿cómo podrían ganar dinero si las personas no se interesaran en ella? -, que es una cultura impuesta que nos rebaja como país - ¿quien la impone, si hay tantas opciones de ver otros canales, leer otras cosas o sencillamente realizar otras actividades y aún así la gente la sigue? - ninguna de las cuales parece tener un sustento razonable.

¿Qué es lo que hace que las personas se interesen por el chismorreo? ¿Por qué el "pelambre" parece ser tan atractivo para todas las personas? Como en todas las actividades humanas que sigan un cierto patrón común, es necesario preguntarse cuáles serían las razones evolucionarias para que ese patrón de conducta se dé, es decir, cuáles pueden haber sido las condiciones en las que vivieron nuestros antepasados cazadores-recolectores que los instaron a sentirse impulsados a "chismorrear", y por qué ello habría quedado incorporado en el pool genético de nuestra especie.

Pues resulta que hay muy buenas razones para ello. En efecto, esto es lo que ocurre. Una de las actividades más importantes para los seres humanos es el apareamiento, es decir, la conformación de pareja, pues es lo que permite que las personas se reproduzcan exitosamente. Debo recordarles que los seres humanos nacen particualrmente indefensos, (porque para que su cráneo quepa por el canal uterino al momento del parto éste debe ser suficientemente pequeño, dando lugar a esa indefensión, y por ello su crecimiento y desarrollo continúa una vez nacido) y requiere, y requería con áun más razón en los tiempos ancestrales, del extremo cuidado de la madre y también de algún cuidado del padre. Este último ayudaba en la defensa de la familia y en la obtención de alimento. De ahí la importancia de ambos miembros de la pareja para que la reproducción fuese exitosa, y la cuidadosa selección (más las mujeres que los hombres) que las personas hacen para elegirla.

Para aparearse las personas requieren conocer a sus potenciales "medias naranjas" y esa información la obtenían, además de la observación directa, de lo que otras personas le contaban sobre ellas, que les permitia concerlas en facetas distintas. Pero, como en muchas actividades humanas, la transmisión de esa información tiende a hacerse de manera manipulativa, para favorecer a quien la entrega en contra de quien la recibe. Una mujer le puede contar a su grupo de mujeres que tal mujer es particularmente promiscua ("esa es una puta"), aunque no sea cierto, porque así aleja de ella al hombre que le interesa. Un hombre podría difundir la idea que su rival era un holgazán ("ese es un buena para nada"), para que no resultara atractivo a la mujer que a él le interesa. No toda esa transmisión de información tenía que ser necesariamente falsa o trastocada. Pero lo que sí queda claro, es que el traspaso de información respecto de todos los miembros del grupo en el que se convive, y respecto de otros grupos vecinos, era una actividad importante para la formación de parejas, para que los padres se preocuparan con quienes se relacionaban sus hijos, y de esa manera, el hablar, pelar o chismorrear sobre otros se transformó en un rasgo característico del comportamiento humano.

En un libro notable, Robin Dunbar, ( "Grooming, Gossip and the Evolution of Language" , o sea, "El acicalamiento, el pelambre y la evolución del lenguaje"), el autor despliega una muy persuasiva hipótesis sobre las presiones de selección que impulsaron la aparición del lenguaje entre los humanos. El demostró que la relación entre la proporción de corteza cerebral respecto del volumen del cerebro de los animales es directamente proprocional al tamaño del grupo en el que esos animales se desenvuelven. Mientras más grande el grupo, mayor es el desarrollo de la corteza respecto del resto del cerebro. Ello, a su vez, dice Dunbar, es así porque la necesidad de modular las conductas que mantienen a ese grupo unido requiere de patrones de comportamientos crecientemente más complejos, y, en consecuencia, más corteza. En el caso de nuestros antecesores, los chimpancés, estos se relacionan entre sí por medio del acicalamiento, esa suerte de rascarse mutuamente, que mantiene la cohesión del grupo. (Por supuesto que sobre eso están las conductas maquiavélicas de los machos alfa y todo lo demás que conocemos). En el caso de los humanos, las presiones para relacionarse en grupos más grandes - los chimpancés operan en grupos de 20 a 25 individuos y los humanos habrían convivido en grupos de unos 150 individuos - seleccionaron las mutaciones que dieron lugar a nuestro mayor volumen cerebral, y al desarrollo del área de Brocca, entre otras, que permitió la aparición del lenguaje. El lenguaje operó como un aglutinante del grupo humano, y eso era adaptativo, pues permitía que esos grupos más grandes tuvieran un mayor éxito reproductivo que si no viviesen en grupos y la pareja estuviese sola con sus hijos.

Fue en ese ambiente, en que el "pelambre" y el "chismorreo" se transformaron en la fuente de información respecto del otro que cada uno utilizaba para elegir pareja (además de las observaciones propias), o tal vez para ayudar a elegir pareja a sus hijos o a otros seres queridos, y, en consecuencia, también permitieron distorsionar o modificar para el interés de cada uno la información entregada. Esa transimisión de información, trasparente en ocasiones y maquiavélica en otras, es una disposición conductual humana que está incorporada a nuestra circuitería neuronal, y forma parte de nuestro pool genético, conducta a la que, hoy en día, llamamos pelambre o chismorreo.

Por eso, no debemos extrañarnos que ello resulte tan atractivo para las personas, que los diarios que se dedican a ello hagan un buen negocio, que la televisión tenga programas de farándula que tengan tanta audiencia, y que eso no pueda modificarse de manera sencilla. Tenemos una tendencia ancestral a ser chismosos. y, ojo, eso es válido tanto las mujeres como los hombres, aunque puede que los temas sobre los que chismorrean uno y otro sexo no sean los mismos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

No sabes lo interesante de tu artículo. Me liberó de cargos de conciencia. Y me hace ver con un poco de benevolencia a esos personajes que me provocan un rechazo profundo, por vivir de la vida ajena y dar cátedra del deber ser a los otros que viven en este "pueblo con arrestos de país". Como decía una querida tía mia.

Anónimo dijo...

Tiene mucha logica tus argumentaciones alvaro, me siento más tranquilo y sin mucho pesar porque aveces a mi también me dan ganas de chismear sobre vidas ajenas, aunque siempre trate, de no hacerlo.

Gracias gurú, me siento más tranquilo.

Anónimo dijo...

Escribes muy bien y piensas mejor.
Un saludo cordial.

Anónimo dijo...

Alvaro HOla ¿Que te parece la frase?:
"El triunfo sobre la Selección Natural, ha sido la revolución biológica de mayor éxito evolutivo de cualquier especie en los 3 mil millones de años de historia orgánica planetaria."
Alvaro Mardones R.
Biologo y gran lector de tus escritos.

Marco Lillo U. dijo...

Sr Fischer

Me parece interesante y divertido su articulo.

Anónimo dijo...

Buen artículo, salvo por el detalle de que los chimpancés no son "nuestros antecesores".

Keep it up.

Anónimo dijo...

Me gusta la gente que piensa y me preocupo,al leer estos comentarios,reflexiono y es que el chisme
o gosssssssip ,no me interesa para nada,vivo en un mundo raro,sumida en preocupaciones,sin saber que planean hacer los chinos con nosotros,si harán como los nazis y tomaran el planeta y lo ordenaran de
manera diferente antes de que desaparezca todo,ellos sin recursos para sobrevivir y que harán con nosotros?,viviremos para entonces,esto me preocupa mas que el pasto que los medios de comunicación,
nos regalan,que pena que seamos curiosos para tanta verdulería.Escribo a prisa y no me adapto siempre
a hacerlo correctamente,lo siento.Hasta luego.Laura